Fue un año bueno para mí y mi familia, aún cuando la crisis económica atacó al país, nosotros logramos mantener relativamente el mismo estilo de vida, gracias a la cultura de previsión y buena administración de mis padres.
En lo personal estaba justo en la edad en que se definen los gustos y las pasiones, y ya había definido una de ellas: el Football Americano. Estaba por iniciar mi segundo año después de una buena temporada de novato y un Subcampeonato de la liga. Como complemento, empezaba a coleccionar e intercambiar tarjetas con mi amigos de jugadores famosos de la NFL, logrando una gran colección que hasta la fecha está guardada en una enorme carpeta de tres anillos.
Con respecto a la música, hasta ese momento mi contacto había sido siempre a través de los gustos de mis padres, pues es la primera escuela a la que uno acude. Ellos con gustos muy diversos, pero siempre gustosos de disfrutarlos y compartirlos. Yo, muy apagado y un tanto flojo para conocer nuevas cosas, por lo que durante muchos años de mi infancia preferí decir que no me gustaba la música con tal de no esforzarme en saber más del tema.
Así, de manera pasiva fui expuesto a grandes obras de arte sin darme cuenta, algunas mañanas de domingo desperté con The Wall de Pink Floyd sin saber lo que estaba escuchando. También escuché miles de veces el intro de Love Me Two Times de The Doors en la guitarra de mi papá, sin saber lo que tenía enfrente. Un recuerdo recurrente que tengo en carretera es escuchar los gritos de Mick Jagger en la entrada de Sympathy For The Devil, lo cual siempre pensé era otro tipo de música, pues no le ponía atención.
En un cumpleaños recibí un disco de Prince, nada espectacular pero tampoco fue un parte aguas en mi vida. Incluso, en mi último año de primaria me regalaron el Appetite For Destruction de Guns n' Roses, el cual recibí con cierto gusto, pero no fue hasta unos años después que realmente lo disfruté.
De hecho estando yo muy niño, tuve la fortuna de acompañar a mi papá a un concierto de Paul McCartney en el entonces Autódromo de los Hnos. Rodríguez, pero en su momento no dimensioné lo que estaba presenciando ni la magnitud del artista que tuve enfrente.
Fue precisamente hasta enero de 1995 cuando mi papá nuevamente me incluyó en un gran plan: ir al concierto de The Rolling Stones de la gira Voodoo Lounge en México, y fue entonces donde todo cambió...
En el escenario estaba montada una enorme torre que desde que la vi me preguntaba para qué. Como teloneros estuvieron Caifanes, que me eran un poco más familiares, pero no sucedió mucho en mí al verlos.
Después de un rato de espera llegó el momento cumbre. Se apagaron las luces del escenario y empezó un juego de luces, explosiones de colores y ruido como nunca lo había visto, esa torre que parecía estar si sentido en el escenario se encendió en fuego de abajo hacia arriba, generando una gran flama en su parte alta; justo ahí fue cuando se paró la banda en el escenario y los pude ver, quedé en shock, aún recuerdo el saco estilo militar que llevaba Jagger en color rojo, y me pasó por la cabeza la duda de quién le diseñaría la ropa, cuando iniciaron los acordes de No Fade Away, un cover de The Crickets, y todas las dudas se disiparon.
No importaba nada más, estaba presenciando el concierto de la banda más grande del mundo, de inmediato me conecté con el mood del concierto, lograba corear la mayor parte de las canciones, y me di cuenta a lo que había estado expuesto durante toda mi infancia, el gusto por la música lo tenía de toda la vida, pero no lo había dejado salir. Experimenté cualquier cantidad de sensaciones que un adolescente puede llegar a tener en menos de dos horas, yendo del éxtasis a las lágrimas en apenas unos minutos.
Esa noche fue infinita para mí, el tiempo se detuvo y se me abrió una puerta que siempre tuve enfrente y nunca tomé la decisión de abrirla; fue cuando me di cuenta que la música, en todas sus formas, me acompañaría en cada uno de mis días futuros y lo acepté gustoso. El verdadero yo había salido a flote.
Desde entonces no ha existido día en que no tenga un contacto con la música, y aunque mi proceso de aprendizaje musical aún está en desarrollo, siempre disfruto conocer algo nuevo o recurrir a los clásicos, con quienes, a estas alturas de mi vida, ya comparto una colección de recuerdos en los que me han acompañado.
No me identifico con un genero en especial, simplemente me gusta la música en su totalidad, y como en todo, identifico que hay trabajos de mayor o menor calidad, pero siempre doy la oportunidad de que me conquisten.
Nuevamente,
Frankie